viernes, 3 de mayo de 2013

Eli sigue.

Me mantuve bajo el chorro de agua caliente durante un cuarto de hora seguro. Salí de la bañera, chorreando, me envolví con la toalla grande rosa y me senté en el borde, estuve mirando el suelo mucho rato, las baldosas, cada pelo que se había caído al peinarme por la mañana antes de ir a trabajar... Todos los detalles estaban en mis ojos, abiertos y secos. Me tapé la cara con la toalla y sentí calor, mi propio calor, pero fue agradable. Sin embargo, al vestirme, me ponía cada prenda con cuidado, como un enfermo y me estremecía cada vez que rozaba con mis manos mi cuerpo. Me recorrió un escalofrío al pensar en frío qué coño hacía. Me maquillé, me puse espuma y se quedó al aire libre el pelo. Cogí a toda prisa las cosas que pensaba que serían necesarias. Las llaves del coche casi se me olvidan. Conduje distraída  con la música a todo volumen, música de fiesta, de esta que ni piensas en su letra porque sabes que no tiene sentido y así al menos no piensas en tus propias mierdas. Encontré el edificio que buscaba, aparqué un poco lejos pero no me disgustaba la idea de tener que andar hasta la casa. Me presenté en la puerta del patio y vi mi reflejo, iba arreglada, guapa y preparada... Todo eso me hizo caer en la realidad que evitaba y empecé a aguantar las lágrimas. Mi dedo índice recorrió mi ojo derecho para evitar que se desplomara la lágrima, así fue cómo comprobé que se me había olvidado ponerme rimmel y acto seguido me apoyé en la puerta, iba a hundirme por un momento cuando abren la puerta y rápidamente me incorporo y me pongo firme. Miro al frente, veo quien había interrumpido mi muerte y me encuentro con el tío que me iba a joder, en ambos sentidos.