En el salón, en la mesa de café, se encuentra un cenicero, desbordado y lleno de cenizas, lleno de cotillas. Colillas como base, cenizas... Lo perdido. Y es que, querido, me estoy fumando hasta el último de mis sentimientos hacia ti. No puedo vaciar ese cenicero, no hace mas que llenarse de mas y mas cenizas y por último la colilla, muchas veces recomida y en las últimas.
Tantas contradicciones, sonrisas y besos confusos, abrazos que una no sabe si son reales o propias de una futura decepción... Otra.
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