martes, 23 de abril de 2013

Eli conoce.


Golpeas, chasqueas y marcas el ritmo, tu mano, tus dedos, tu proyección mediante ello. 
Querido desconocido, utiliza esas manos, rodea mi cintura, atráeme a ti mas que las feromonas que estamos ahogándonos ya. Sonríes frente mi boca, mirándola  cerca, acercándote mas a ella mientras subes las manos por la espalda y me acercas mas a ti. Yo mientras te acaricio el cuello con una mano y te controlo el brazo derecho con mi mano izquierda cogiéndote del jersey, estoy nerviosa, lo sabemos. Al notar que me besas empiezo a pensar, creo que no lo hacía desde que me has mirado en la barra del local. Pienso y caigo en la cuenta de cómo es mi vida, de lo remoto que puede llegar a ser esto y el cúmulo de circunstancias que me han hecho llegar a este lugar y a no cruzar ni una palabra. 

Si el es un desconocido, yo misma lo soy más, no me conozco, no sé cómo voy a actuar de aquí de lo extremadamente impredecible y accidentales que pueden llegar a ser mis actos. Tal vez he acabado así porque no me da miedo el desconocido que tal vez en dos horas ya haya conocido cada centímetro de mi cuerpo, todo mi físico. Pero qué le pasa a mi cabeza? Yo no me conozco, pero hubo un conocido que si lo hacía y la madre que lo parió. 

Me llamo Eli. -Le regalé mis primeras palabras al desconocido tras besarnos entre la multitud.

Yo soy Martín.

No hay comentarios:

Publicar un comentario